La presencia de un edificio tan grande y solemne en un pueblo escasamente habitado incluso en los siglos pasados es comprensible solo si se lo identifica como lugar de culto desde tiempo inmemorable, en una encrucijada de senderos que conducían a los pastos alpinos: la hipótesis está apoyada también por el hallazgo de objetos de piedra, grabados rupestres y cuevas excavadas en la roca, señales de ritos antiquísimos. El Santuario es de 1771, pero sin duda existía ya allí una capilla a su vez superpuesta a un pilar votivo. En la elegante fachada barroca hay un pequeño campanario central. Los frescos interiores son de los primeros años del siglo XIX y representan escenas de los Evangelios; en la bóveda están representados los cuatro Evangelistas a tamaño natural; las paredes están recubiertas con más de doscientos ex-votos, reflejo de una religiosidad relacionada con la vida de todos los días: realizados con las más variadas técnicas (pintura sobre metal, sobre lienzo y sobre tablas de madera) o constituidos por corazones de plata, estampas y oleografías, que representan un importante testimonio histórico y social del valle. No existen altares o capillas laterales, solo algunos confesionarios y un púlpito. La fiesta del Santuario es el 15 de agosto y se hace una procesión con antorchas la víspera, también el 8 de septiembre es fiesta.