Una joya barroca que domina la ciudad
En 1706, durante el sitio franco-español, el duque de Saboya Víctor Amadeo II subió a Superga para observa el avance de las tropas enemigas. Aquí prometió que, en caso de victoria, haría edificar un monumento votivo.
Las obras, encargadas a Juvarra, dieron como resultado la creación, en lo alto de la colina, de la basílica, una joya arquitectónica del barroco idealmente unida al Castillo de Rivoli en la directriz de la carretera hacia Francia.
La iglesia alberga en los subterráneos los sepulcros de la dinastía Saboya, que todavía se pueden visitar, y al lado está el convento del siglo XVIII. También célebre es el espléndido mirador que se asoma a la ciudad y al arco alpino, panorama que Rousseau definió “el más hermoso espectáculo que pueda ver el ojo humano”.
Strada Basilica di Superga, 75 - 10132
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